Utilizar la vegetación como elemento generador de microclimas, zonas de sombra y cortavientos en ámbitos sobreexpuestos. Podemos lograr dicha mejora a través de la sombra producida por el arbolado, naturalizando y consiguiendo que la vegetación se integre a lo largo de todo el espacio público.
· Proyectar espacios con la escala adecuada para las actividades a realizar según las prioridades de cada clima; teniendo en cuenta el tamaño de las manzanas para generar cambios en la escena urbana, y fragmentando los espacios sobredimensionados utilizando elementos temporales o definitivos (arbolado, bulevares,…) de modo que se puedan adaptar a las necesidades de los ciudadanos.
· Establecer un equilibrio urbano entre espacios dedicados a la funcionalidad y espacios de estancia. Proyectar actividades en planta baja que fomenten la interacción urbana delimitando la longitud del frente edificado. Potenciar el espacio peatonal frente al espacio público rodado.
· Fomentar la diversidad de usos en segunda planta, jugar con la distribución del arbolado como elemento paisajístico de gran interés, usar pavimentos atractivos, proyectar con el color.
· Utilizar elementos de protección como la topografía, los elementos vegetales o constructivos. Proyectar trazados urbanos que promuevan la transparencia garantizando la visibilidad natural.
· Crear barreras anti-ruidos con elementos vegetales dispuestos en franjas.
· Estudiar el entorno y sus características (climatológicas, geográficas, de uso, durabilidad…) antes de seleccionar los elementos que constituyen el Espacio Público. (Cabezas, 2013).
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